Mapa:

Con la mente (por ahora) hagamos el siguiente recorrido:
La parte interna de mis antebrazos, en tus costillas. Mis manos deslizándose suavemente por tu espalda. Tu cuerpo entero sobre el mío y nuestros pies todos enredados. Nuestras piernas entrelazadas, una mano tuya agarrándome la cara. Las respiraciones tan cerca que se mezclan, y nuestros labios intercambiando un beso sólo de vez en cuando (si nos diéramos más besos se me acabaría el aliento demasiado rápido). De a ratos también acercás tu respiración a mi oído, me susurrás tus aires y rozamos cuello con cuello. 
Tu tórax pegado al mío, ambos friccionándose, intercambiando sudor, inflándose y contrayéndose al mismo ritmo. Nuestros abdómenes juntos pero chocando ocasionalmente. Y nuestros sexos, unidos. Como debe ser.
Unidos por el placer y no por más. Más allá del próximo orgasmo, un abismo. Un abismo es la incertidumbre, la negrura gigante que genera la ignorancia. Hundirse en él es desconocer todo lo que está después del universo en el que vivimos hasta que estuvimos juntos.
¿Y después qué?