Querida imaginación, dos puntos:

No sé si con vos bajo a tierra o subo al cielo.
Seguramente haga las dos cosas.
Gracias. Gracias por la ambigüedad que siempre pedí en un hombre: la risa, el goce, la alegría, la calma, la conversación y la fiesta. Creo que todo está en vos.
Gracias por escuchar, por entender, por preguntar, por no dejarme.

No te asustes. No escribo esto porque estoy enamorada, ni porque me enganché habiéndote visto dos veces en mi vida, ni porque me obsesioné con tu persona. Te escribo esto porque, como te habré dicho, escribir me aclara las ideas y me ayuda a decir cosas que no puedo decir de otra forma. Y a vos te quiero decir que me servís mucho, me ayudás mucho, me simplificás muchas cosas, me volvés (de a ratitos) más alegre. 
Yo no sé si te doy algo. No sé si te expreso algo. No sé si te dejo confiar en mí como vos me dejás a mí, ni sé si te emergen las mismas ganas de estar que me emergen a mí cada vez que hablamos. Tampoco sé si tu cabeza creó un mundo paralelo en el que estamos cerca, nos sentimos y nos queremos (bastante). No sé mucho de vos, no sé cómo sos cuando te enojás, no sé cómo sos cuando amás, cuando hacés el amor, cuando vivís.
No te conozco, estás atrás de un velo, sos una creación de mi mente. Pero no me importa.
No te amo, no te quiero, no siento nada más que un profundo agradecimiento por las palabras que compartimos y unas ganas estruendosas de hacer el amor con vos. Quiero ver qué se siente hacerlo con alguien que alguna vez te haya escuchado.
No significa más que eso. Es cuestión de probar
(te).

Violencia es mentir.


25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

A pesar de que, en este día, el término de violencia haga referencia específicamente a esta ejercida en forma física desde el hombre hacia la mujer, considero que hoy en día (y desde siempre) se practican otros tipos de violencia hacia nosotras.
Sometimiento, victimización, humillación, degradación son algunos de los tantísimos actos cometidos hacia las mujeres por manos de un sistema hecho en favor a la imagen del hombre superior, algunas veces más alusivo que otras.
Mis palabras son para nosotras mismas. Mi queja es contra nosotras mismas, porque somos las mujeres las que nos vemos a nosotras mismas como seres más débiles, sensibles, dependientes.
Esto no es más que una construcción social, cultural e histórica, un arquetipo que debe ser eliminado, antes que nada, de nuestras propias mentes.
La publicidad y los medios de comunicación en general nos venden modelos de perfección que nadie entiende pero a los cuales todas nos sometemos.
La Iglesia pasó años dedicándose a restringirnos, a taparnos, a someternos y a encerrarnos en nuestras cocinas, vendiéndonos en conjunto con el sistema el prototipo de familia ideal y de mamá perfecta, en el cual la imagen de la mujer es reducida a la de un robot que pare, cría, lava y cocina.
Hasta nuestras propias familias nos inculcan estos modelos desde que nacemos: determinan nuestras prioridades con los juguetes que nos compran.
¿Todo esto no es violencia? ¿Lo que nos hacemos a nosotras mismas aceptando y reproduciendo estos estereotipos no es violencia? ¿Negarnos una y otra vez todas estas cosas no es violencia?

Che, violencia es mentir.




Desde la cabeza
hasta los pies
desarmarte tu mundo
prestarte mis alas
regalarte mis mares
serenos, de calma
y de repentina rabia,
casi fugaz
pero lo suficientemente consistente
como para aplacarte un poco
y que me sigas el ritmo

(no te apures, no envejezcas de golpe, no acabes con esto -ni con nada-. Es demasiado pronto, tenemos muchas vibras por delante, muchos juegos, caricias y muchos otros amantes)

dale, sigamos
seguíme
sentíme
(casi como yo te siento
o un poco más también)
y después date vuelta
vestite y andate
despedite antes
pero dejame.

Creo que me voy a Jujuy.

Desprenderse de todo porque así te lo sugiere el corazón.
Desprenderse de la ropa, de los malos sentimientos, de las ganas. 
Desprenderse de las cosas que se tocan, lo real, lo material.
Desprenderse de algunas ideas, o de todas.
Desprenderse de los paradigmas, los arquetipos, las imposiciones.
Desprenderse de la gente, los conocidos, los desconocidos.
Desprenderse del propio cuerpo y de la propia vida.
Desprenderse de todo lo que siempre se buscó para poder encontrar cosas nuevas.


Y quedarse con un pedacito de papel, una pluma o un lápiz.
Quedarse con la pasión.
Quedarse con eso en lo que creemos a pesar de no verlo.
Quedarse con las fantasías y los sueños entretejidos bien cerca de la mente.
Quedarse con las ocurrencias, los ideales propios y lo aprendido.
Quedarse sólo con quien nos sonría.
Quedarse con nuestra alma, intacta, profunda, serena.
Quedarse con lo que uno encuentra sin la ayuda de nadie, quedarse con lo que uno sabe que le hace bien, quedarse con la alegría del otro para alimentar la propia.

Lo extraño de extrañar.

Un viaje en el 203 vacío desentrañó un par de pensamientos muy profundos, muy míos, muy reales. Mirando por la ventanilla las calles que ya conozco de memoria, esta vez empapadas por la lluvia primaveral, pensé acerca de todas esas cosas que se piensan con la melancolía característica de las noche de lluvia. Y enredándome y desentrañando momentos, me dí cuenta que no puedo recordar ni una vez en mi vida en la que me hayan dicho un "te extraño" que en mí haya despertado más que un "yo también" casi automático, escupido sin pensar. Nunca un "te extraño" significó algo para mí, nunca me inspiró nada, nunca esa frase me llegó al corazón. Realmente, no creo que nunca nadie me haya extrañado.
Yo soy de extrañar mucho, no debería extrañar tanto, lo sé. Pero, sin embargo, lo hago. Es que para mí las personas se vuelven indispensables muy rápido. Y digo las personas sin tener en cuenta a los sentimientos y a las sensaciones: hoy, por ejemplo, extraño reírme mirando al cielo, extraño el aire compartido, extraño el calor corporal.
Me planteo si seré una persona "extrañable", si alguien me habrá extrañado alguna vez en su vida y por qué razón lo hizo. Es que no entiendo por qué mis "te extraño" son tan fuertes, tan de verdad, ni por qué todos los demás me suenan tan vacíos, quedan como ecos resonando en mi cabeza (no en mi corazón, en donde los siento yo cuando los digo).

Cambió la suerte en el puticlub.


Queremos que nos extrañen
que nos digan que somos mejores
y que nos escriban una canción
tan buena (o incluso mejor) que la que me pasaste
(esa de Los Redondos).

Mientras tanto siento que a mi cama la sobra un espacio y a mi cuello le faltan suspiros.

¿Me equivoco?

Puedo ver cada uno de mis defectos en vos: el autoritarismo repentino que nos sale en contraposición con la aceptación constante, la poca paciencia frente a ciertas actitudes, la violencia tan reprimida detrás de la máscara de desfachatez y el poco pudor parra decir las cosas. Porque así es como debe ser ¿no? Las cosas dichas como son, con poca vuelta y tremenda crudeza, lo que a algunas personas puede resultarle doloroso o equívoco, pero que para nosotros es una de las leyes básicas de la vida. ¿Para qué garabatear las oraciones, metaforizar cada expresión y hablar en prosa? Si, al fin y al cabo, la gente que lo hace termina por no entenderse, porque las poesías cada uno las interpreta como quiere, como le sale y como le surge. Pero si vamos a hablar entre nosotros y nadie más de sentimientos, no quiero que los malinterpretes, ni que no nos entendamos, ni que entre metáforas nos perdamos. Todo simple y claro, así es mejor. Dicho como se siente a flor de piel, sin decoraciones, sea bueno o malo, sea amor o destrucción.

Entrada sin sentido alguno más que compartir estas fotos:

Parece ser... 


...que estoy entre...


... l u c e s .

Universál.

De viaje a otra galaxia me fui
y entre estrellas me perdí.
Ahora estoy bien, no estoy acá.
Estoy, más bien lejos:
en el E s p a c i o S i d e r a l .



Azul profundo (no veo más que eso y unos pequeños destellos plateados).
Nado (o floto, no sé bien).
Estoy intentando definir la contextura del infinito mismo, mas no puedo.
Será que el Universo lo es todo (líquido, sólido, gaseoso. Materia, alma y sentimiento).