Querida imaginación, dos puntos:

No sé si con vos bajo a tierra o subo al cielo.
Seguramente haga las dos cosas.
Gracias. Gracias por la ambigüedad que siempre pedí en un hombre: la risa, el goce, la alegría, la calma, la conversación y la fiesta. Creo que todo está en vos.
Gracias por escuchar, por entender, por preguntar, por no dejarme.

No te asustes. No escribo esto porque estoy enamorada, ni porque me enganché habiéndote visto dos veces en mi vida, ni porque me obsesioné con tu persona. Te escribo esto porque, como te habré dicho, escribir me aclara las ideas y me ayuda a decir cosas que no puedo decir de otra forma. Y a vos te quiero decir que me servís mucho, me ayudás mucho, me simplificás muchas cosas, me volvés (de a ratitos) más alegre. 
Yo no sé si te doy algo. No sé si te expreso algo. No sé si te dejo confiar en mí como vos me dejás a mí, ni sé si te emergen las mismas ganas de estar que me emergen a mí cada vez que hablamos. Tampoco sé si tu cabeza creó un mundo paralelo en el que estamos cerca, nos sentimos y nos queremos (bastante). No sé mucho de vos, no sé cómo sos cuando te enojás, no sé cómo sos cuando amás, cuando hacés el amor, cuando vivís.
No te conozco, estás atrás de un velo, sos una creación de mi mente. Pero no me importa.
No te amo, no te quiero, no siento nada más que un profundo agradecimiento por las palabras que compartimos y unas ganas estruendosas de hacer el amor con vos. Quiero ver qué se siente hacerlo con alguien que alguna vez te haya escuchado.
No significa más que eso. Es cuestión de probar
(te).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario