Sangre - de - tintA

Sangre azul, sangre de tinta. Vórtices trigonométricos. Parecen metal, como tu rostro de hierro. Tus emociones, frías de acero. Tu insensibilidad, manos que no tocan, corazón que no ve, ojos que no sienten.
Sangre de tinta porque escribir me corre por las venas, porque necesito expresarme, no como vos, piel de elefante, cal y arena, mezcla horrible. Piedra.
Sangre de tinta desmiembra el sentido de las oraciones que suele poder enhebrar y enredar tan bien... hoy no, no puede malabarear con las cosas porque la mente le pesa un poco (bastante, en realidad) y porque creo que tampoco quiere hacerlo, es mejor el fluir de la consciencia y que salgan estas cosas que a veces cuesta hacer salir. Es mejor así, sí. Siente como respira el alma, en un soplo de libertad soñada. Sí, se siente como calma. Dulce, hermosa clama. Ya se irá...

(Tuve un orgasmo mientras escribía esto ♥)

Un recuerdo regalado.

Para mí, los regalos lindos son los chiquititos: ese beso donde el otro sabe que te gusta, ese corazón mal dibujado en una hoja de la agenda, una comida que guste mucho, un boleto de colectivo con una frase atrás, una foto de cualquier cosa a la que le puedas dar un significado, una hoja seca recogida el primer día de otoño, un disco improvisado, un recuerdo, cualquier objeto común redecorado, una piedra rara, algún dibujito, esa sonrisa especial que no se da siempre, un té juntos, o simplemente cualquier cosa de las anteriores partida a la mitad.

Igual, vos lo lograste.

Tengo el temor de que mi pasión sea más grande que la suya. Porque mi forma de amar es así, apasionada, llena de cosas que a veces otros no sienten. Yo, no sólo necesito amar y ser amada para sostener una relación. Necesito también apasionarme y ser el objeto de la pasión del otro.

(Quiero ser el aire en sus pulmones, la sangre en sus venas, el néctar de sus flores y el elixir de su vida. Quiero ser todo, que es mucha más que sólo una amante. Quiero ser novia y amiga, confidente, sostén, apoyo, felicidad y paz. Quiero ser vida y obra, quiero ser su diversión, quiero ser su deporte, su escultura, su necesidad y su orgullo. Quiero ser todo eso que él es para mí.)

Acabo de descubrir que soy complicada. A pesar del amor, me urgen otras cosas. Cosas que me pudo dar una sola persona en toda mi corta vida.

(Me urgen: risas, música, arte, conversación, sexo, emoción, placer y profundidad.)

Ahora entiendo por qué soy capaz de amar tan fácilmente. Porque, para mí, amar no es más que un componente de todo esto. Amar no es lo clave en mi mundo.
Soy la felicidad más difícil de lograr y la más complicada de hacer durar. Soy simple para amar, pero no para todo lo otro, que, al fin y al cabo, termina siendo tan crucial como el amor.

(Qué quilombo)

Copla pa' mis vueltas:

Me cuesta pedirle a mi sangre que se calle para poder así yo escuchar a mi parte más racional. Porque a mí la sangre me hierve y me grita y me dice y ordena. Y yo hago lo que me dice, porque eso es lo que me nace y no lo que se me ocurre. Porque lo que se me ocurre en realidad no se me ocurre, sino que son cosas que alguien ya me dijo o que yo ya escuché y que quedaron grabadas en mí, sea yo consciente de esto o no. 
Entonces decía yo que hago lo que la sangre y no lo que la mente, o por lo menos eso intento; y que no me sale ser racional, aunque a veces sea necesario, como ahora. Por eso esta vez me digo que sería bueno poder pensar, porque lo necesito, porque tengo dudas. Y me respondo, a la vez, que estas cosas no se piensan, se sienten, se demuestran. No se analizan, se viven. Así dejo las dudas que me ensombrecen y hasta que me hacen llorar, como aquella vez en la que no me aguanté y los lagrimones me saltaron de los ojos y me lloré todo un mar en su hombro. Porque escribiendo disipo las dudas y disipando las dudas estoy aprendiendo y, en realidad, me están enseñando a ser feliz.

Borrachos.


"Mi vida" me dice el borracho. Qué ironía ¿Qué es la vida de un borracho? ¿Yo soy eso? 
¿Debería agradecerte o maldecirte? Porque, se supone, todo el mundo dice, que los borrachos nunca mienten. Sin embargo mi vida está como está porque mis borrachos me dicen cosas de las que después se arrepienten... Entonces, ¿vos sos un borracho como mis borrachos o sos un borracho de los de todo el mundo, de esos que dicen la verdad?
¿Sos de los míos o sos del mundo? 
Ni una ni otra respuesta me va a venir bien. Me cago en mí.

Colapso.

Ser feliz a costa de todo lo que pase al rededor, a costa de todas las obligaciones que tengo y que no me gustan, a costa del sistema en que estamos inmersos, a costa de saber que una vez que termine el secundario voy a tener que seguir estudiando para después trabajar, para luego seguir trabajando y para no parar nunca, a costa de saber que hay una sola forma de vivir (que es esta) y por más de que no me guste jamás la voy a poder cambiar. 
Quiero parar, quero dejar de esudiar, quiero vivir la vida feliz. Quiero hacer lo que quiera yo, no lo que me obliguen, no quiero tener que romperme el culo toda la vida para nada, porque al fin y al cabo, todos terminamos igual y abajo de la tierra. Y cuando los gusanos nos estén comiendo, no se van a fijar en qué fue cada uno acá arriba. 

Así es nuestra vida.

Y se van consumiendo como se consume un cigarro.
Y siguen girando, como una bola, que no para.
Y siguen riendo, porque así es la vida.
Y siguen existiendo como si esto nunca acabara.

(Capaz mañana estamos muertas, hagamos hoy todo lo que podamos hacer) 

Grita, llora, reza.

"¡Amén!" grita.
Grita, grita, grita.
Siempre grita, siempre llora.
Siempre reza.
¿Es que nunca se calla esta mujer?

Más fuerte, más fuerte,
a ver si para de gritar.
Más fuerte, más grita.

Más lento entonces,
más despacio.
Y me grita que quiere más.

Le hago caso para que no me siga gritando
y empieza a rezar.
Y no acaba hasta que acaba.

"¡Amén!" girta.
Se acabó, pienso yo.
(Gracias... ¿A Dios?)

Cuándo habré cambiado tanto

La lluvia golpeando las chapas del techo, la música sonando baja, la muchacha y su gato recostados en un menjunje de sábanas y la tristeza más grande del mundo abrumando su cabeza y sus ojos.
Ya iba una hora de llanto y parecía que no iba a parar. Las voces en el cuarto de al lado ya se habían callado, pero lo que se habían dicho en quince minutos encerraba una eternidad de lamentos, un futuro incierto y lo que -ella pensaba- se convertiría en un arrepentimiento.
Sin embargo y a pesar de todo, había algo más que la molestaba. Ella siempre se había jactado de su seguridad frente a sus actos, pero esta vez se sentía en el limbo de su existencia, lo que la mantenía preocupada y triste. En poco tiempo había comenzado a arrepentirse de todo lo que alguna vez había dicho: ya no la hacían feliz las mismas cosas, ya no perseguía los mismos objetivos, ya no sentía lo mismo. Y sin embargo no sabía qué era lo que ahora la hacía feliz, no sabía detrás de qué iba...
Siguió llorando hasta que se durmió. Soñó con flores negras y casas vacías.

Igualmente, sí sabía algo: que sentía (la inseguridad que sus problemas le traían, el miedo al cambio,  que todo lo que fue alguna vez se le venía abajo. Y, para colmo, sentía amor).