Ideal.

(sos como mi gato:
yo quiero creer que amás
pero como no decís nada
quizás solo estés acá en busca de calor)

Lo efímero de tu persona, la inconsistencia de tu habla, tu fugacidad y tu palabrería vana me hacen confundirte. Perdí ya la noción de tu cuerpo. No sé qué sos. No sé si estás formado por carne y por hueso o si sólo pertenecés a un mundo onírico. A decir verdad, nunca nadie te vio como te vi yo. Apenas algunas personas (que están profundamente conectadas conmigo) vieron un esbozo tuyo. Por lo tanto, no puedo descartar la idea de que seas parte de mi imaginación: una encarnación de todas las reacciones, los sentimientos despertados, la infancia, los recuerdos, los saberes,  la piel y la energía que imaginé en un ser ideal. 
Sin embargo, sos una creación tan ideal que rompiste con mi concepto de perfección. Yo buscaba calor, cariño momentáneo, de ese que sirve para amedrentar el peso que la espalda acumula durante la semana y para ahuyentar un rato algunos fantasmas del pasado. Después del ritual de conexión, después de la descarga a tierra y de haber formado un nexo sin emitir palabra alguna, quería que cada uno prosiga con su vida, con su rutina, con sus mundos separados. Para mí, perfecto era dormir con vos una vez por semana.
Pero ya no me basta. Ya no me basta juntarme una vez cada tanto a colisionar nuestros mundos diferentes. No me basta sentirte de a partes. Necesito la risa, la imaginación, la conversación, el té y las galletitas, tus frazadas, tus manos. Necesito elegir películas malas para que nos distraigamos en el medio y terminemos haciendo cualquier cosa. Necesito que te enojes cuando prendo un cigarrillo, que me hagas pensar todo el tiempo, que no dejes mi juicio en paz y que me cuestiones todo. Poneme nerviosa, haceme reír, volveme a abrazar.
Te detesto. Porque ahora que no tengo anclas ni cadenas, ahora que tengo a alguien sólo los fines de semana, ahora que tengo lo que siempre quise, ahora que no hay compromisos, me doy cuenta de lo que significa realmente enamorarse.
Y te odio de una forma particular e infundada. Como sos una creación mía, como saliste de mí y como siento (no pienso, no razono) que la culpa de todo la tenés vos, te odio. Pero, después de todo, si yo te creé, si yo te imaginé o te soñé, entonces qué más me queda que odiarme a mí misma por haberte inventado. Porque, al fin y al cabo, eso es lo que hacemos todos ¿no? Idealizamos personas para poder enamorarnos de ellas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario