Nudo.

Hoy escasean las palabras como suelen escasear los minutos. La noche se ha vestido de luto, se ha puesto más oscura que nunca, le ha pedido al viento que sea su cómplice y que me azote con la misma crueldad que lo hace ella cuando me arroja todo el peso de mi soledad en la espalda.
El vórtice me absorbió. De a poco me hundo en esta vorágine de aguas negras. No aguanto ni si quiera el peso de mi propio cuerpo. Ya mis pies no me quieren sostener. Mi piel se vuelve escama. Mi vida se repliega sobre sí misma una vez más.
Estallé. La coraza se rompió y lloré, dije, sentí y sufrí. Las ideas se hicieron arena y se mezclaron, decantaron, murieron. El nudo en la garganta ya no es nudo, es pantano. Vuelvo al pasado a refugiarme, aunque en este no halle ningún lugar seguro. Y me confundo con las sombras, me arrastro entre la gente, me convierto en un ente luego de haber explotado de tal forma.
La explosión está acá, todavía. Acá en mi mente. Hay una corteza evitando que salga. Toda mi energía está puesta en reconstruir las partes de lo que alguna vez fue mi historia, de la cual hoy sólo me quedan astillas, a pesar de que se sigan sumando capítulos.

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