Familia.

Se cae al suelo en cámara lenta, se raspa las manos,
se parte la cabeza contra una piedra en el piso.
El aire se condensa, la aplasta y la asfixia.
Llueve, el viento la azota,
todo se convierte, todo se transforma.
De repente, un río.
De repente, flota.

Y sin rumbo se encuentra este cuerpo sin alma
vagando, salando las heridas
llorando que sí, que no, que todo, que nada
que no tiene lo que quiere pero lo tiene todo:
es que lo quiere todo.
No se puede así.
No se puede de ninguna forma,
no se puede más.

Y una masa, una fuerza
se adueña de ella,
no la deja actuar, no la deja ser.
Le pasa por nacer,
por pensar, por no creer,
por querer irse, cambiar, convertirse.

Y una voz cansada pero firme
característica de la adultez le dice
así no, nena
así no, así: como te digo yo.
Si sos diferente, no sos más.

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