La superadora necesidad de ser amado que tiene el ser humano es patética. Es egoísta. Es puntualmente la condición que nos separa del amor, del de verdad. Porque de tanto necesitar -conscientes o no- empezamos a buscar y a intentar convencernos de sentimientos que nunca surgieron de nosotros mismos. Aparecen de la nada, de cualquier lado: de una idea, de una frustración, de una sonrisa. De cualquier estupidez surge un amor de mentira. Y no somos capaces de pensar ni un segundo en qué hacemos ni a dónde vamos ni qué queremos. Dejarse llevar es cosa de gente segura, no de oportunistas, porque el amor no es cosa de oportunidades, sino de sentimientos. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario