Abrazáme.

Desatáme
el nudo
que me até
en la espalda.

Y perdoname.

(Perdoname por ser tan molesta, tan cambiante, tan depresiva de repente, tan asquerosa y tan estúpida. Tan patética. Me odio, odio deprimirme, porque nunca lo entiendo. Nunca sé qué motivos me ponen mal. Nunca sé bien qué me pasa, sólo sé que me siento una basura. No hay nada que me haga mejorar, todo lo que probé, fracasó. Pero tengo una leve sospecha de lo que me podría llegar a salvar en noches como esta, noches de esas en las que hace mal estar sola, noches de esas en las que no podés llorar, ni dormir, ni leer. Mi solución, quizás, sea un abrazo. Juro necesitarlo como nunca necesité nada en mi vida. Y perdón por delegarte esa responsabilidad a vos.)

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