vacío

no hablemos de mis sueños pasados
no hablemos de las pesadillas que contuviste con tus propios brazos
no hablemos de mi cuerpo temblando
no hablemos de los elixires de cada uno ni de los vicios
no hablemos de las sonatas ni de los nocturnos
no hablemos de vida ni de muerte ni del más allá
no hablemos de lo que hablábamos y escuchábamos
no hablemos de nosotros, lo compartido, lo vivenciado
no hablemos de ningún futuro, ningún pasado
no hablemos de aquella vez
no hablemos de los ojos, de las miradas
no hablemos de separar el arte del amor
no hablemos de la tibieza, de la pieza, de la cama

no hablemos de nada

en todo sentido

nunca voy a ser tan fuerte como para aguantar el amor

tengo que ahuyentarlo
tengo que liberarlo
tengo que darlo todo

y siempre, siempre me tengo que ir.

Escapar usualmente de las situaciones de protección que produce el cariño, imaginar innecesariamente que eso que siento que el otro siente es mentira. Amo, amo tanto que temo. Temo tanto que parto.

La que fui ayer hoy volvió para llevarme hacia adelante.

Y

yo no digo nombres
yo no sé de sustantivos
de nombres propios

sé definiciones que no sé qué definen

las palabras sólo rellenan espacios vacíos

lo que habla es el movimiento

Y
¿qué mejor forma de estar ausente
que ocupando cuerpo y mente?

Lo banal, lo absurdo, lo insípido de la vida cuando se nos va de las manos y no tenemos el coraje de ir a buscarla. Lo trágico que suena todo cuando se lo nombra y se lo describe. ¿Trágico? En realidad las respuestas siempre están claras, en frente nuestro. Victimizarse se volvió parte de la naturaleza humana, quizás.

yo no nombro
yo no entiendo de cuentos
yo no hablo
yo ordeno

yo designo una letra a cada sonido en mi cabeza, yo escribo y cuantifico, yo destruyo y me construyo, yo armo oraciones sin sentido, sin sintaxis, yo me callo la boca o digo cosas que no importan, yo, yo, yo.
El ego es un aliado en el cual me refugio. Las palabras son un invento innecesario. ¿Por qué siento que debo explicar con palabras lo que siento? ¿Por qué a través de ellas es más fácil entenderlo? ¿Es más fácil? ¿Entiendo alguna vez, algo?
¿Por qué concentrarse en entender?
Sos mi pensamiento más claro. Mi sentimiento más profundo. Sos el paréntesis más extenso y necesario que este texto aburrido necesita. Te convertiste en magia eterna, en recuerdo que vive y late adentro mío incluso cuando estoy con vos. Tengo algunos agujeros negros en mi espacio: ninguno puede absorberte, sos fuerza y existencia clara y precisa. Sos una metáfora que refiere al mar y a las estrellas. Te volviste mi poesía favorita, una canción que me habla de ser y probar, del fracaso continuo como enseñanza eterna. 
A veces también sos mi miedo, sos mi debilidad. Pienso y refiguro mi vida: creo que en este momento la herida que más me podría doler sería la que te hagan a vos. Sólo sé pensar en misterios, en mi inconclusa figuración del mundo, en el espacio y el tiempo, en la duda eterna del infinito, en las galaxias y en el amor. Cosas que no entiendo pero que disfruto. No siento que pierdo el tiempo cuando me pierdo en ellas. Y las encuentro constantemente, entrelazadas: floto en el infinito mismo fuera de todo espacio y tiempo en un simple abrazo, en una compleja reacción química de mi cuerpo cuando el calor de una piel me traspasa los poros.
Lo hermoso de la duda, del no saber, es dejarse arrastrar. No hay posibilidad alguna de herirse más de lo que nos íbamos a herir de todas formas. La caída ocurre, siendo fatal o un simple raspón. Levantarse puede dejar de ser una decisión propia muy rápido. Ese es el miedo, el fatalismo con el que uno condimenta la vida constantemente. Yo, por mi parte, prefiero enfocarme en mantener un desequilibrio entre la duda y lo que debería aprender, entre el misterio y la decisión. Prefiero vivir más el negro presente, el no tener rumbo pero caminar igual. Se vive y se disfruta. Se sufre también, claro, es una vida. Pero mi alma prefiere creer que también el azar me lleva a golpearme, no sólo mis decisiones propias. Quizás piensen que esto es un abandono de responsabilidad por mi parte. Sí. Pero también es una forma de protegerme. ¿Cómo te protegés vos? ¿Cómo cuidás tus rodillas, qué es lo que hacés que te hace sentir más cómodo en la vida? Yo sé perfectamente que las decisiones no pueden no tomarse, pero las minimizo y dejo que el tiempo corra, aprovecho su concepción lineal y lo uso para que me enseñe. Estar bien, estar mal, es relativo siempre, hay aspectos escondidos que sólo el tiempo te enseña a ver. Por suerte (o por decisión propia), no caigo en el cómodo molde de la vida. Yo no me protejo así, no me guardo en ningún lado. Mi forma de vivir consiste en caminar eternamente, lento pero a pasos grandes. Vivir sintiendo solamente, haciendo lo que siento, sacrificando mis escrúpulos y sufriendo a conciencia sólo si sé que por ese camino voy a lograr lo que quiero. Ponerse metas continuamente, de a una, tranquila y fugaz a la vez, me mantengo en la sombra de la luna, me perfilo hacia un mundo onírico, pienso que voy a llegar a otro lugar pronto. No me importa exactamente cómo, no me interesa. Llegaré por algún camino, mis caminos bifurcados, mis pensamientos remotos, viviendo día a día, riendo día a día, sufriendo el día a día. Sufirendo la cotidianidad, sufriendo la ciudad, sufriendo las indiferencias y prepotencias del mundo que habito. Estoy en esta vida para juntar valor, solamente para eso. Juntar valor para partir. 
Por eso mis pequeñas metas requieren pequeños sacrificios. Disimuladamente me estoy burlando un poco de la vida que me trajo (me traje) hasta acá. Me puse frente a ella, la miré entera y escribí esto. Siento que todo se construye de a poco y siento que las dudas no hacen más que frenar esta tarea. No le tengo miedo al futuro, porque es inevitable y no tendría sentido temerle. Prefiero concentrarme en el placer que me causa vivir así, al lado tuyo, descubriendo que sos mi pensamiento más claro, mi paréntesis más extenso, un recuerdo que vive y late en mí, hoy y hasta siempre.

cementerio

me revuelvo el interior constantemente buscando las respuestas que no encuentro desde que tomé consciencia de que las cosas que pasan - que van - que vienen - que están y que no están tienen que ver desde lo más infinito a lo más chiquitito con lo que uno -sientepiensahablaimagina- y busco busco pero sólo encuentro señales
yo.solo.puedo

ver.
ver el pecho más hinchado que nunca

saber qué le sucede:

es que guarda cosas hace tiempo
hay una estampida ahí adentro
duele la tráquea llora cada alvéolo

y escucho que cada gota de sangre se pregunta cómo salir de acá

mi cuerpo me quiere convertir en cemento

mar muerto

El sueño recurrente de escribir todos mis sueños, de vivir escribiendo, vivir para escribir, vivir de escribir. Comer, respirar, hablar, hacer el amor entre palabras conmigo misma. Es insoportable. No controlo esta verborrea horrible. No puedo parar de vomitar pensamientos en ningún momento.
Absorbo todo: tu piel, tu olor, tu precencia. ¿A quién le estoy escribiendo esta oración? Es la primera vez en mucho tiempo que no lo sé. 
No entiendo por qué la voz en mi cabeza no descansa, si es lo único que realmente quiere: dormir. Pero si mi cuerpo duerme, ella vive: sueña y vive más que nunca. Cuando me despierto me pide que escriba, que haga un cuadro, una película, que bese a alguien, que robe un cigarrillo, que pelee, que me duelan los golpes. Me pide y me pide y me dice y me indica y no siempre es fácil hacer lo que la cabeza quiere, lo que esa voz intransigente exige sin escuchar, sin entender de realidades únicas que me atan a este suelo. Si me desato me voy a volver loca, si me desato quizás tenga el valor de matarme. Tengo miedo. No: miento. Tengo un síndrome de espera eterna. Espero pero no tengo paciencia, no tolero. No aguanto. No aguanto la voz, no aguanto que no llegue lo que busco. No resisto la sensación de haberlo encontrado y haberlo perdido.
¿De quién es la culpa?
Mía. Porque no sé hablar en realidad.
Yo sé escribir. Yo sé pensar, reformular, alterar y recapacitar, mi mente sueña y cuando vuelve, me ataca. Me ataca con ideas seductoras. Pero mi boca no me responde. Nunca podría decirle a alguien que me siento enterrada en sus tierras, que no fui yo la que puso la semilla, que no siento culpa, que no me di cuenta cuando las cosas pasaban, que, como siempre, me tiré de cabeza a un río de aguas profundas pero rápidas. Que no pensé en esto. Nunca podría decir que no me esperaba un río con una única desembocadura: el mar muerto.
Lo primordial es la falta de valor en mi garganta. Lo que le sigue es que no tengo corazón: por eso y a través de eso mido lo que digo, cerebro, todo pasa por el cerebro. A veces por mis costillas, porque son lo que sostiene a mis pulmones negros. Recordar: respiro palabras. Inspirar y espirar son sólo palabras. Diástole y sístole también. Latido también. Sentido también. Amor también, pesadilla, asco, temblor, pulso, sangre, satisfacción, lágrima, palabra. Todo es palabra. Yo soy palabra, soy hoy y siempre, soy mentira, como todo. 
No hablar debido a que pienso mientras hablo y cada vez que pienso tengo palabras nuevas para usar. Si hablo mientras pienso algo nuevo, me contradigo, por lo tanto mis oraciones comienzan con una idea y terminan con otra que a simple vista, o mejor dicho a simple escucha, no tienen relación alguna. Mi conversación es confusa puesto que no tengo ideas fijas. Cuando puedo procesar este sistema de pensar-repensar-destruir-reconstruir es cuando escribo. Único momento de catarsis posible en mi vida. Cuando me siento con el papel y la hoja y me sincero en un movimiento de muñeca.

mierda

Tener miedo. No como película de terror, no espanto, no pánico. Simplemente quedarse parado, quieto, sin saber qué hacer, cómo seguir, a dónde ir si no es a donde nos lleva la vida. El querer cambiar y no poder, lo patético de perder la movilidad, la decisión propia. Lo triste de ser un paralítico emocional, un atrofiado en la vida. Lo absurdo de querer autoabastecerse cuando se trata de amor. No hay amor propio, es ridículo. Se perdió, no se encuentra, no se busca en realidad. Lo intrincado de no poder vivir sin amor, sin el amor del otro, del único que ama a este bicho, porque ¿por qué voy a decir mujer? ¿por qué decir humano? ¡¿Y por qué decir bicho?! Mierda. Si no soy nada.

responsabilidad

Lo más difícil consiste en entender que la felicidad y la fidelidad a uno mismo son la misma cosa: no hace falta perseguir nada. Están en uno. Dejar la victimización, el síndrome de estocolmo y el sistema de lado, afrontar una realidad única: no hacemos lo que realmente queremos. Mirarse cara a cara con el futuro y con el miedo. Si se pelea contra ellos, se gana. Simplemente dejar las excusas y afirmar que toda responsabilidad es de uno y nada más que de uno mismo. Desde ese momento nos perseguirá un monstruo devastador que nos llevará a la depresión o, indefectiblemente, al cambio. Ese monstruo es la culpa.

La culpa de saber lo que se debe hacer y no hacerlo.

Suicidas.

¿qué tiene para mí la vida sino esta necesidad recurrente de escapar de ella misma, qué me da, qué espera de mi?
¿qué me ha dado este mundo sino la pesadilla de encerrarme en él?

¿qué tengo que hacer para volver a ser humana, para volver a sentir una raíz en algún lado, para poder crear y romper sin ser juzgada por mí misma, mi espectro culturizado y esta construcción social que me lleva a ser una suicida con esperanzas?



Debo irme.












Esperanza. Burda idealización del ser humano, no es más que un invento para la supervivencia.