Morime

Le extendí mi muñeca ante sus ojos y le pedí que me cortara las venas, que me las arrancase. Sólo me miró y me dijo que no lo haría, pero sabía, yo sabía que en ese momento el se moría por hacerlo. Y yo me moría por que lo haga. Lo deseaba con tanta fuerza -y lo deseo- que era capaz de darle lo que quisiera por que lo haga. Por que me mate. Porque no merezco vivir si no tengo una razón para hacerlo.
Perdí la felicidad en el primer suspiro. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario