responsabilidad

Lo más difícil consiste en entender que la felicidad y la fidelidad a uno mismo son la misma cosa: no hace falta perseguir nada. Están en uno. Dejar la victimización, el síndrome de estocolmo y el sistema de lado, afrontar una realidad única: no hacemos lo que realmente queremos. Mirarse cara a cara con el futuro y con el miedo. Si se pelea contra ellos, se gana. Simplemente dejar las excusas y afirmar que toda responsabilidad es de uno y nada más que de uno mismo. Desde ese momento nos perseguirá un monstruo devastador que nos llevará a la depresión o, indefectiblemente, al cambio. Ese monstruo es la culpa.

La culpa de saber lo que se debe hacer y no hacerlo.

Suicidas.

¿qué tiene para mí la vida sino esta necesidad recurrente de escapar de ella misma, qué me da, qué espera de mi?
¿qué me ha dado este mundo sino la pesadilla de encerrarme en él?

¿qué tengo que hacer para volver a ser humana, para volver a sentir una raíz en algún lado, para poder crear y romper sin ser juzgada por mí misma, mi espectro culturizado y esta construcción social que me lleva a ser una suicida con esperanzas?



Debo irme.












Esperanza. Burda idealización del ser humano, no es más que un invento para la supervivencia.
hay que tener miedo
temblar, morderse la lengua
sentir la plabra "tiempo" muerta en los labios
sentir la palidez del vacío
la profundidad de las raíces

y arrancarlas del pecho 

y dejar que árbol se vuelva viento.


el cemento el espejo y mi alma.

sobre esta tumba:

flores muertas.

sobre mi cabeza:

espinas que atraviesan
esta piel cuarteada y llena de grietas
ramas que se enredan en mi pelo
raíces que se entierran en mi cuello


-cemento viejo
manos ásperas que recorren un adiós-
-espejo quebrado
ojos húmedos que no encuentran razón-
Y un alma infinita, rota en pedazos,
hoy se quedó
sin abrazos.

hola

Dos colillas, 
dos mates, una pausa, dos mates
una guitarra y una canción
(¿uno más uno? dos.)

Sentarse de espaldas al ventanal. Mirar el jardín como dos viejos. Y el gato negro que viene y va. A veces no vuelve y alguien lo va a buscar. Sus dos ojos nos miran expectantes, recalculan, nos dejan de ver y se van con él: quiere tener compañía también.
La Luna sale menguante y bella. Esta noche no la acompaña ninguna estrella. Se refleja esta diosa en tus pupilas que me transmiten su melancolía y su impertinencia. ¿con quién va a compartir sus vivencias? La soledad la avasalla esta noche: cada vez que nos mira nos pide clemencia.
Caminamos lento, hablando, pateando hacia adelante todas las circunstancias y los porqués. Mejor adelantarlos para que sucedan después. Viajar, caminar, beber. Bañarse. Jugar. Dormir, yacer en este lecho: digo lecho digo muerte porque con cada beso respiro y con cada sueño me entierro. Me gusta recorrerte y que el tiempo se deshaga, que el espacio sea inmenso y sólo contenga estos dos cuerpos amándose entre dorada miel: mi mejor sábana es tu piel. El mejor perfume sale de tus suspiros. Los besos más dulces que me sacan el frío. Las mañanas menos difíciles, amaneceres y despertares, tu cara y vos, siempre tan suave y extenso. Tus ojos de tierra, fango, madera y oro. Sos un pantano que se deja navegar. En tus profundidades hay piedras: las quiero convertir en sal.

Perdón por tanta cursilería: es que transpiro amor cada día de mi vida.
Gracias (de nada). Te amo (yo también). Permiso (dejáme un lugar en la cama).
Feliz un año. Feliz con vos. Feliz con que uno más uno sean dos.

autómata III

el piano la mesa
tu boca me pesa
tus labios mis piernas
mi cara tus venas
la sangre, mi cobija
tus ramas tus clavijas
mi escalera, la vida, el pasar
Quiero irme. No quiero estar
me pesa en las venas: tu mano y la acera
el gris me sofoca.
Me pesa tu boca.
el piano la mesa
tu boca me besa



(autómata I, II y III son una serie de escrituras que partieron de una zapada entre madrugadas, sustancias y pieles)

autómata II

cuando se ponga oscuro
   cuando no haya calor
cuando el beso-
no tenga sabor.

cuando el árbol caiga triste y tieso
cuando el techo se parta en dos
cuando estas cuerdas se corten
cuando tu vida
simplemente
se acorte

autómata I

no hay cuentos
no hay poemas
                  ni historias
solo palabras que se tensan
y te salen de la boca
y como pájaro cantarás
como un pueblo viejo contarás
pero cuentos, no, no habrá
no habrá poemas
                    ni historias
solo palabras                que te forman.

conversación conmigo

Un día entendí que mi cuerpo me advertía cuando algo iba a salir mal. Me lo hacía saber con señales en la calle y en mi cabeza, con un nerviosismo general que sólo se presentaba de vez en cuando. Más de una vez miré para adelante en vez de para adentro y seguí. Siempre algo salió mal. 
Hablo de situaciones límites: de jugar no sólo con la moralidad, sino con la salud, la familia, el tiempo. Curé estas heridas surciéndolas yo misma, removiendo aires viejos, haciéndole caso a mi cuerpo somatizador. Me curé, cosí venas.
Hoy reveo, reaprendo, revisito las ideas aquellas que había dejado en piloto automático porque entiendo, comprendo y aprendo que a veces estas cuestiones van mucho más allá de mi relación cuerpo-mente-entorno. Cuando implican a alguien más no debo arrastrar, puesto que quizás a esta persona no le tiembla el pecho, no se le rompen los alvéolos, no comienza a sangrar. Quizás esta persona siente lo que yo no, lo que yo siento otras veces, ese galopar incesante desde las rodillas hasta los dedos de las manos, ese respirar hasta el fondo, esas ganas, ganas, eso es: ganas de hacerlo. Seguridad, esbozo de sonrisa, complicidad, abrazo. Eso no lo siento hoy, quizás vos sí. Quizás deba pedirte perdón por no acompañarte esta noche, quizás pedírtelo porque intenté arrastrarte conmigo todo el día hasta que me senté a escribir esto y comprendí que en la catarsis se esconde la realidad que debo ver: no quiero ser lo que no soy, por lo tanto no quiero que seas lo que no sos. Somos impulsos. Respondemos a impulsos. Debemos seguirlos, debo entender que no soy solo yo la que los vive y los persigue y de ellos se sostiene.