Perdón que me meta.

Me alegro por ustedes. En serio.
Cuando alguien lea esto, va a pensar que lo digo irónicamente o desde el resentimiento. Pero no, hablo con sinceridad, sin cinismo, puramente.
Me alegra que dos personas físicamente tan lindas se hayan encontrado la una con la otra. Me alegra que dos personas que no saben redactar coherentemente ni usar signos de puntuación se hayan juntado a amarse y a escribirse versitos. Me encanta que los pelotudos conozcan pelotudos y se amen entre sí, así no joden a los demás.
Porque a veces uno sale con pelotudos, porque flaquea, no se da cuenta o quizás hasta se lo hace a propósito. Yo soy experta en ese arte de equivocarse, de elegir mal, de saber que estoy haciendo todo para el orto y sin embargo patear para adelante. A los que son como yo les hablo: deben entender lo que digo. Si son de los míos, lo peor que les puede pasar es engancharse con un pelotudo de esos que aman apenas te sacás el corpiño, que te pasan canciones clichés de autores clichés con letras clichés, que las saben todas hasta que hablan con vos, que te refriegan en la cara todo lo que hacen, dicen o piensan.
Sí, soy fan de esos pelotudos. Es más, soy una adicta en rehabilitación. 
Por eso me encanta, me fascina, me alegra que estén juntos. Me hace sentir bien que dos personas que compartan esa concepción imbécil de las relaciones se relacionen (valga la redundancia) entre sí. Porque sino me los tendría que fumar yo, se los tendría que fumar él, ella, todos los fans del error. Nosotros seremos raros, tendremos problemas, todo lo que quieras. Pero con pelotudos sueltos, la vida para nosotros es más difícil: salir con un pelotudo, o mejor dicho, terminar con un pelotudo, nos mete en el círculo vicioso de "no soy bueno para las relaciones". Y de ahí, créanme, no se sale fácil. 
Estando en ese vórtice del descreimiento, solemos repetir la historia, intentando "abrir nuestro corazón", justamente, a más pelotudos. La metáfora, o mejor dicho, comparación perfecta para describir esta situación es la siguiente: Nosotros somos Saturno. Los pelotudos son anillos. Pero anillos con púas y cercos eléctricos. Cada pelotudo en nuestras vidas es un anillo más grande encarcelándonos, alejándonos de los otros planetas que, en este hipotético universo paralelo, se nos quieren acercar. Entonces con lo único que podemos seguir relacionándonos es con pelotudos-anillos feroces.
Me fui a la mierda, en fin, me encanta que se hayan conocido, que se amen, que en un mes se metan los cuernos, que ninguno se entere de lo que le hizo el otro, que sigan muchos años, se casen, tengan hijitos (que les van a salir hermosos porque ustedes dos son re lindos) y nada, ojalá que sean felices por siempre. Pero sobre todo, ojalá que estén juntos, pegaditos, ocupados por mucho mucho tiempo, así no joden a nadie.

♥Amor para todos♥

Familia.

Se cae al suelo en cámara lenta, se raspa las manos,
se parte la cabeza contra una piedra en el piso.
El aire se condensa, la aplasta y la asfixia.
Llueve, el viento la azota,
todo se convierte, todo se transforma.
De repente, un río.
De repente, flota.

Y sin rumbo se encuentra este cuerpo sin alma
vagando, salando las heridas
llorando que sí, que no, que todo, que nada
que no tiene lo que quiere pero lo tiene todo:
es que lo quiere todo.
No se puede así.
No se puede de ninguna forma,
no se puede más.

Y una masa, una fuerza
se adueña de ella,
no la deja actuar, no la deja ser.
Le pasa por nacer,
por pensar, por no creer,
por querer irse, cambiar, convertirse.

Y una voz cansada pero firme
característica de la adultez le dice
así no, nena
así no, así: como te digo yo.
Si sos diferente, no sos más.

Voy a dejar el colegio.

Iba caminando con cara de orto por la calle, no tenía de dónde escuchar música porque mi celular carece de ese tipo de funciones y mi mp3 no tenía batería. Estaba de mal humor, seguro desde antes de levantarme, desde que estaba soñando, desde que nací, desde que menstrúo, no sé. Bueno, decía entonces que iba caminando con cara de orto, venía de llevar a mi hermanito a la casa de un compañero del colegio. No quería verle la cara a ningún habitante de mi casa, pero ya estaba a una cuadra, era inminente mi regreso. Iba a entrar, decirle "hal" a mí mamá (nadie dice "hola", no jodamos. Yo emito ese sonido), agarrarle un cachete al bebé y chocarle los cinco a mi otro hermano sin detenerme ni para colgar las llaves, iba a entrar a mi cuarto, cerrar la puerta, agarrar la computadora, poner Shadows Collide With People en el segundo tema y escribir que odio el mundo, odio la vida, odio que las nubes cubran totalmente el cielo, odio que nunca me dejen ni medio plato de fideos para almorzar y odio mi colchón hundido.
Pero de repente apareció una mariposa, volando casi al ras del suelo. La miré y se elevó y cuando miré para arriba vi que el cielo estaba despejado, celeste, puro. Me dije que no tenía que seguir de mal humor, que lo que pasó a la mañana ya pasó, que tengo que dejar de quejarme por pelotudeces, etc. (lo que me digo siempre). Miré a la mariposa de nuevo, que iba a un metro del suelo pero ya no al lado mío, sino por la calle. Y pasó un auto a cien kilómetros por hora y se llevó la mariposa a la mierda. Pobrecita. Igual dicen que viven un día nada más, pero me dio pena porque verla me había puesto en positiva.
Ahí volví a ser yo: Me di cuenta que no somos más constantes que el humo. Así como el polvo se disipa con el aire, nosotros nos vamos con un auto que nos pasa por arriba. De un momento a otro dejamos de ser, de existir. No hay certezas en la vida, no sabemos lo que va a pasar, no hay leyes para nuestro destino, no somos un cálculo matemático. Somos etéreos, fugaces. 
¿Qué carajo hago desperdiciando mi vida así?

Agujero.


viento
tiempo
vórtice trigonométrico
remolino caucásico
lleno de vos
lleno de nada
lleno de palabras que no invocan
                          que no sienten
                          que no callan
¿Qué será de mí si no acudo a tu recuerdo?

La nada.
Sos todo hoy.
No hay otra cosa más allá del abismo
después de tus besos.

Esas cosas que uno no se atreve a preguntar.

¿Creés en el amor? ¿Alguna vez te enamoraste? ¿Qué es lo que más te duele de todas las cosas que te pasaron en la vida?
¿Te quisiste morir alguna vez?
¿Sos fóbico a algo? ¿Te gusta mentir? ¿Te hace sentir poderoso que otro se enamore de vos? ¿Te gusta, te sube el autoestima saber que hay alguien que te otorga su cariño? 
¿Te queda más cómodo el papel de víctima o de victimario?

Yo no creo en el amor. Creo en la acumulación: comienza con una sonrisa, una mirada, luego un roce fugaz, charlas eternas, un beso, caricias, sexo, dormir, reírse sin parar, compartir un disco o una película, un té o un viaje. Y de repente se genera una amistad con alguien que poseyó tu cuerpo, inundó tu mente y te plasmó otro panorama. Y de repente eso se llama amor porque así le puso alguien un día. Y de repente la gente se cansa, se aburre, conoce a alguien más acorde a su estado de ánimo del momento. Y de repente soledad otra vez. Pero prefiero la soledad a la mediocridad de los que están juntos por costumbre.
Yo no sé si me enamoré. No tengo idea, pero si no creo en el amor no sé si puedo creer en el enamoramiento. Sólo sé que tuve mis acumulaciones de cosas. Me dijeron que era amor. Me pintaron que era amor, pero ni idea. Yo sólo acumulé y vi cómo se terminó, de repente. Como siempre, como todo. Como yo. (Porque yo empiezo y me termino de repente. ¿Vieron que en la vida siempre una persona que viene y va, que está latente pero nunca está al lado, que está como esperando sin esperar nada? Bueno, esa fantasma en la vida de los otros soy yo).
De todo lo que me pasó en la vida lo que más me duele es que mi abuelo no esté. Y si vamos a seguir hablando de la temática "amor", lo que más me dolió fue la mentira. Cosa que no soporto, que no puedo tolerar. No se miente, no se dice lo que no se siente, no se hace mal al otro. No se hace.
Siempre me quiero morir pero también quiero resucitar. Y como morirme puedo pero resucitar no sé, nunca pruebo.
Soy fóbica al "amor". Otra vez. No le creo nada a esa palabra desvencijada. 
No me gusta mentir. "No hagas lo que no te gustaría que te hagan". Me lo enseñaron en el arenero del jardín, lo aprendí bien.
No me gusta que la gente crea que se enamoró de mí, porque siento que no sabe nada. El que se enamora de mí es porque no me conoce. El que me conoce no se enamora, y si me conoce y se enamora es un tonto que cree en el "amor". Yo ya dije que no creo en eso. Y no, no me sube la autoestima ser parte de la acumulación de otro.
Siempre me quedó mejor el papel de víctima. Soy una hija de puta no reconocida, escondo bien todos mis errores, pero resalto los de los demás para conmigo: que tengan una idea, que sepan, que se den cuenta que todo lo que piensan, hacen y dicen está mal. Yo también hago y digo mal. Todos estamos equivocados. Nadie entiende nada. Creemos que sí pero eso es parte de las mentiras que nos decimos todo el tiempo para hacernos creer que tenemos todo bajo control.

Hoy me pinta la extinción humana.

Amor.


La boluda.

Lo más gracioso de todo lo gracioso de toda esta "historia" que tenemos "juntos" es que a veces, mientras viajo en el colectivo, me imagino secuencias nuestras. Y se me escapan sonrisas absurdas y espontáneas, siempre. Te odio.
No quiero pensarte más.
(¿Vos me pensás?)

Las yó.

Perturbada emocional. Nerviosa. Soy una ameba violenta. Soy una gelatina, me quiero escabullir entre tus dedos pero no me estás agarrando, así que no puedo.

Lo que creo necesitar: (entre otras cosas) que alguien me pida que no me vaya y que me agarre. Que me lo pida firme y que no me deje ir. Y que me sostenga (esa sensación de levedad cuando dejás todo el peso de tu cuerpo en otra persona es de las cosas que más extraño). Quiero que me necesiten a mí así como yo necesito a todos.

¿Por qué necesito a todos?
Una simple sonrisa y ya te hago mi cómplice. Me gusta la gente que emana cariño sin más. Que no pregunta ni anda buscando respuestas. Yo quiero irradiar luz y sonrisas a todos, pero estoy tan rodeada de gente que parece no tener alma, que me dejo corromper por el tiempo y el espacio, por la muchedumbre, la basura, el humo gris, los edificios altos, las paredes con humedad... Empiezo a nadar en ese mar turbulento que me lleva de costa a costa: en una está la yó feliz y en la otra está la yó frustrada, la de ciudad, la que conocen todos ustedes, la que gana todas mis luchas internas por ser tan grande y tan parecida a todo lo que no me gusta.