Trágica.

No soporto más esta nube negra que tengo arriba de la cabeza. ¿Me la sacás? No, no vas a poder. Mejor ni lo intentes porque te vas a frustrar como me frustré yo tantas veces. Además, que se vaya es cuestión de tiempo. Creo. Ya se me va a pasar... No sé qué, pero ya va a pasar. ¡Qué problema ese! No saber qué pasa ahora. Es normal no saber qué va a pasar. Pero no saber lo que está pasando ahora es trágico. ¿No? Para mí sí. Significa tener los ojos demasiado cerrados. Pero, ¿por qué estarían cerrados mis ojos? Por sueño. O por muerte, la muerte de mi alma, o por lo menos de la parte colorida de mi alma. Porque últimamente ando gris, gris como las nubes, como las de tormenta. 
Re-feo todo, no sabés.
Contame algo que me aburro.

Compartirse.

(Listo, ya está. Me desencadené de todo. De todos. Ahora quiero volar. Me quiero ir. Quiero sentir sin tener que pensar qué. Quiero que me surjan las ganas, el amor y la energía, que me apasionen las cosas, que no haga falta ver y tocar para descubrir, que todo vaya más allá. Quiero conocer. Quiero profundidad.)

Estoy bien, estoy lista para cualquier cosa que no tenga de por medio una relación de esas que atan, que se ponen serias. Porque cuando se ponen serias, se vuelven oscuras. Dejan de tratarse acerca de las personas y comienzan a tratarse de la posesión, de quién es más mío y quién es más tuyo (¿Yo soy más mía que tuya o vos sos más mío que tuyo o yo soy más tuya que mía o qué?). Todo se vuelve complicado, rebuscado. No digo que no se disfruten los momentos de enroscarse, amarse, sentirse. Pero se opacan. Se opacan apenas comenzamos a querer que el otro dependa de uno. Se borran en cuanto empezamos a dar vueltas: que qué somos, que de dónde venimos y que para dónde vamos. Así, entre preguntas, se va perdiendo de a poco la esencia del ser, y ni uno ni el otro es feliz porque nunca se llega a responder completamente la lista de preguntas que nos planteamos, como si fuera lo lógico, lo correcto, que la otra persona cumpla ciertos requisitos fundamentales para ser el amor de nuestras vidas..
No creo que se trate de eso, realmente. Amarse no pasa por responder preguntas, ni encontrarse en el otro, ni planificar juntos, ni opinar igual. Amar es sentir el calor tan único del Sol incluso cuando no lo hay. Amar es risa, es pasión, es sexo y es vida. Amar es compartir.


(compartirse)

Yo soy del Sól y de nadie más.


Soy energía que guardada no sirve de nada. Libre seré mejor.


Y no me importa ni esta ciudad ni su aire gris, sé que en algún momento me voy a ir.


No tengo sueño.

Me duermo sólo para soñar con vos.
Porque en realidad saltaría todo el día, destrozaría cosas, gritaría y me quejaría de lo abrumante y patética que es mi vida. Pero son más fuertes las ganas de verte.

(Verte: con verte no me alcanza. ¿Se entiende a lo que voy? Quiero calor, caricias, abrazos, voluntad de ser y hacer y deshacer. Vení, volvé, vamos, no sé. Lo que sea, pero que sea pronto porque me carcomen las ganas.)

Espacio para dos.

Me hace mal esta cama, es demasiado grande para mí niñez etérea y mi desarreglo constante. Me sobran mantas, sábanas y almohadas. Me sobra espacio. Me falta tiempo para conseguir quien lo ocupe, quien lo complete, quien lo comparta conmigo.
Tengo frío en el alma. La necesidad me consume, la sangre me hierve fervientemente. Puede ser por diferentes motivos: que me hayan dejado parada completamente sola en el clímax de mi vida, que me hayan mostrado cómo y con quién pero no me hayan dejado probarlo, que me hayan abierto los ojos entre cosquillas, que me hayan mostrado algunos cielos y que ya no me dejen volver a verlos.

Profundidad, 
siento adentro: huecos, vórtices, remolinos.
Duele algo y no se sabe qué,
pincha y sangra.
Y de heridas viejas
se alimenta un mantra
de extensas repeticiones
que a mi mente, continuamente, desarma.

Persiste la noción,
decorada pero eterna,
de que la vida pasa y se va
y que la felicidad sigue estando.
Y aunque necesite mentirme para llorar,
soy la fiel expresión -de vez en cuando-
de que nada va a cambiar
(una sonrisa sigue siendo una sonrisa;
y tal vez ya no seas vos mi razón,
ahora será otro
el que me recorra y me de calor)

Ahora sí que te llevo en mi piel.



{érase una vez la historia de un señor que paseaba con su nieta todas las tardes. Ella lo acompañaba siempre a hacer los mandados a cambio de que, al llegar a casa, él juegue media hora con ella. El señor mostraba a la niña árboles y pájaros y la instruía en sus clases y nombres. Un día, el señor confesó a la niña que el Sauce era su árbol favorito. El tiempo pasó, el señor se fue de alma. Y la niña creció ya sin su compañía. Hasta hoy, que por un rato, lo volvió a sentir.}

¿Cómo estás?

(ésto es todo lo que yo te hubiese respondido):
En este momento, estoy enrollada, hecha un bollito entre un tumulto de ropa que tiene un perfume especial -bufandas, campera, frazada, etc.-, deseando con un fervor especial que mis ojos se cierren y mi cuerpo empiece a flotar. Necesito dormir profundamente por unas horas. Y no lo necesito por cansancio, sino por el placer de dormir, de enroscarme, de calentarme. 
Estoy introspectiva. Hoy, viernes, apenas salí del colegio me puse música y caminé hasta mi casa, pensando. Comí sola y sin ruido. Y ahora estoy acá, escribiendo, transfigurando mis realidades subjetivas. No quiero romper este ámbito. No quiero ver a nadie, quiero quedarme acá, tranquila, con Spinetta de fondo.  No quiero interrumpirme, ni a mí ni a mis pensamientos doblados y confundidos. Quizá esté bastante abrumada, sí, pero sin embargo estoy bien así.
Estoy cuestionándome. En realidad, más que un cuestionamiento es un desciframiento. Tengo muchas cosas escondidas de mí misma. No quiero sacarlas a la luz ni entender nada, simplemente me alcanza con saber por qué me hago constantemente lo mismo, por qué necesito lo que necesito o por qué creo necesitarlo. Estoy confundida. Pero repito, estoy bien.

No quería espantarte, no quería que no entiendas o que pienses que quiero que me entiendas y que me digas algo al respecto. Yo sólo te contestaría tu pregunta, pero me da más miedo serte cien por ciento sincera que serte simple. Así que prefiero no darte vueltas, no decirte que estoy confundida, enrollada, introspectiva pero bien. Si, al fin y al cabo, la contestación apunta a lo mismo. Da igual si te digo todo eso o si sólo respondo lo que te respondí (Bien, ¿y vos?).

Paz-ciencia.

No entiendo nada de nada, no puedo ordenar las ideas enmarañadas en mi cabeza.
Cada vez que cierro los ojos se me viene el mundo encima, siento los rebotes de mi pierna ansiosa durante toda la mañana, siento mi espalda curvada esperando colectivos, siento la nuca vacía, fría, azotada por el viento, siento fluir con comodidad a la sangre en mis piernas por primera vez en todo el día.
¿Cómo no caer en un profundo sueño? ¿Cómo no dormir, un rato o para siempre? ¿Como evitar tener ganas de perecer en la negrura abismal del ensueño, donde no se siente nada ni se piensa en nada? Despierta me duele el alma y el cuerpo no se detiene. Con los ojos cerrados me duele el cuerpo y a la mente le cuesta detenerse. Dormida... Sí, dormida parece ser la solución, dormida sólo vivo lo que sueño, no siento, arriesgo y no pierdo. ¿Qué puede pasar, si sólo es mi mundo de deseos reprimidos? ¿Quién me va a recriminar que hice algo mal en mis propios sueños? ¿Por qué la vida no puede ser así, que tengo que andar cuidándome de lo que dicen, lo que ven y lo que hago con mi vida?
Tengo ganas. No sé bien de qué, sólo sé que para saciarlas falta mucho. No aguanto más este año de mi vida, me están ahogando las cosas que tengo guardadas. Necesito que pase tiempo, olvidar, dejar ser, que fluyan ciertas cosas hasta desintegrarse. Que no me persigan más los recuerdos de un pasado para nada lejano, del que me arrepiento desde el fondo de mis entrañas, por haber perdido el tiempo, por haberme mentido, por haberme sometido, por haberme atado. Ya no más. Ahora sólo me queda la culpa de haberme hecho tanto daño.
Es cuestión de esperar, de tenerle paciencia a la vida.

Rústico.

Rústico. No hay palabra más adecuada para definir esto. Me agrada.
Al igual que el perfume que me quedó en el cuello.

La corteza de una gran historia, quizás.
O de otra derrota más.
Tiempo al tiempo, tal vez. O sentir, de una vez por todas. Dejarse llevar. Ir. 
¿Alguien más pensará así?
¿Alguien más creerá que con que fluya, alcanza?