Reducir a palabras lo irreducible del alma.

De nuevo aferrarse a un libro para escapar de una realidad abrumadora, de una vida ultrajada con estupideces y sentimientos superfluos de un mundo que no entiende nada. Otra vez una depresión hunde a alguien, una muerte seca un alma, un amor no correspondido quiebra a una persona. Ocurre todos los días, al igual que caperucita vuelve a visitar a su abuela cada vez que alguien repasa su historia.
Cada libro, cada poesía, cada palabra escrita es un círculo vicioso, un ciclo infinito de una misma historia que se vuelve a repetir una y otra vez, pero de diferentes formas, dependiendo de la imaginación de quien lo lee. Así, el indómito círculo se vuelve red, se transforma y se expande, como un árbol. Pero más allá de cómo se construyan y se destruyan las historias en nuestras cabezas, las raíces siempre serán las mismas, casi como nuestros problemas de la vida cotidiana.

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