Quema el papel, se deshace el corazón.

Cuando estoy nerviosa o me siento mal o simplemente no sé lo que me pasa (como ahora) lo único que me calma es agarrar una lapicera y apretarla contra el papel. No precisamente para escribir. A veces hago líneas, dibujo cosas sin sentido y parafraseo canciones. Hago cualquier cosa que implique movimientos de mi muñeca derecha. Porque es así en la forma que descargo lo que está en mi cabeza: baja por mi garganta, pero este mundo me impide gritarlo, entonces se va. Desciende por mis arterias, a través de mi brazo y se convierte en un movimiento. Un movimiento que plasma en este papel y se muere. Yo muero con él.

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